viernes, 28 de abril de 2017

Dios sabrá, Dios sabrá, de angelillo de Uixó



En la urbanización de San Barbara de la Villavieja, obra nueva de la ciudad con el sello del ladrillo en épocas bajas de frenazo: Farolas rotas, cuadros eléctricos, pisos por hacer, bordillos con hierbas, impacto medioambiental en un paisaje de ensueño frente al mar rodeado de pinadas y matorrales levantinos, aires morunos que meditan en el tiempo su dolor. A la izquierda en lo alto de la cresta de la cuesta, el castillo en ruinas. De espaldas a la montaña,  la torre del campanario de la iglesia, los almacenes de naranjas casi tiro de piedra, y un horizonte de campos verdes que se funde con el azul blanquecino del mediterráneo. En un empeño de hacer de todo un museo, y de agradecer a organizaciones sociales que no dicen nada, mucho, el ayuntamiento abre senderos de la guerra. El cura, el mismo que ha echado varios cadáveres del cementerio parroquial al municipal por haber sido los cadáveres de gentes izquierdas, es el primero en cargar con el cartel inaugural, como una cruz para perdonar el nuevo sendero de la guerra. Niños, amas de casa beatas, asociaciones taurinas y de cazadores, autoridades que declaran respetar por igual a ambos bandos de la guerra civil, suben la urbanización de Santa Barbara entre cantos por la paz, y recalcando a cada curva del sendero que no hay ideologías, para invitar a los turistas que conozcan las maravillas de la guerra en villavella. Tras la urbanización, mirando al castillo de vall d´uixo, paisaje arisco y rocoso. La tierra es una cicatriz serpenteante, en cuya superficie hay sacos terreros como en la guerra. Dentro de esa herida, sumergidos los turistas hasta la cabeza caminan siguiendo los carteles. Pocos anarquistas leen las leyendas que hablan de la guerra.
Jesús es un periodista de pelo largo y barba que se ha puesto detrás del  cura. La prensa se prepara para sacar una foto a la piedra inaugural de un tramo de leyenda.
La alcaldesa Isabel Clavell, cuya cabeza redonda como una piedra  pegada al cuerpo como un argamboy por carecer de cuello, dicta una palabras.
Inauguramos este recorrido de la guerra. Una guerra que enfrentó a dos bandos que lucharon movidos por el amor a la patria. Hoy recordamos esa lucha, medio de progreso y de la que salió una gran unidad , y si cabe, un mayor amor a la patria. hoy de aquello sabemos que somos todos uno y que nadie se sale de la unidad garantiza por la democracia.
La unidad no se discute, la unidad se acepta y se combate al que desune.
Vivan las urnas.
Y ahora el cura dirá unas palabras.
Un hombrecillo amarillento, bajo, de cara ancha, sotana negra y boina, habla:
Jesús dijo sed obediente, buenos y cautivos. Y venimos aquí a reparar, a perdonar hasta a los rojos.
Y ahora, el coro de la parroquia cantara una canción en este día de alegría.
Un grupo de niños acompañados de una chica de trenzas con una guitarra y mirada tímida,  se colocan bajo un pino agarrados de la mano mientas empiezan a cantar con los primeros acordes:
Después de ser dos bandos,
muertos como amigos,
en una cruel batalla,
convertidas hoy en patrimonio.
¿ qué fueron, qué fueron?
que si fueron rojos
Dios sabrá, Dios sabrá,
Dios sabrá pueblo mío,
Qué si fueron fachas,
Dios sabrá, Dios sabrá.
Lo que fueron los dos bandos,
 Dios sabrá pueblo mío.
Hoy solo paseamos con alegría.
Disfrutando de este pueblo de turistas.
Dios sabrá, Dios sabrá,
lo que aquí pasó pueblo mío.

Al tercer día salió la noticia en la prensa, Jesús firmó en el periódico mediterráneo:
 inauguración de trincheras en villavieja donde reinaba la paz de los justos y promesas de prosperidad.
Angelillo de Uixó.


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